El análisis bianual de The Economist ha posicionado a Singapur como la ciudad más cara para vivir, mientras que Damasco, la capital de Siria, se encuentra en el otro extremo, siendo la más barata.
Singapur lidera debido a los altos costos en alimentos, bebidas alcohólicas y ropa, caracterizados por una fuerte moneda local.
El fortalecimiento de la moneda local impulsa la ubicación de las ciudades en la lista, mientras que una divisa débil lleva a un menor puesto en el ranking. Por ejemplo, en Singapur, el costo de un certificado necesario para comprar un auto superó los 106 mil dólares, reflejando un lujo extremo.
En contraste, Damasco, a pesar de un aumento significativo en su cesta de precios, se mantiene entre las más baratas debido a la retirada de subsidios gubernamentales y la devaluación de la moneda.